Paseando con Sylvester, el Guepardo Huerfano de Victoria Falls

Una de las experiencias en las que he disfrutado más durante nuestro reciente viaje por África austral fue pasear con Sylvester por el parque nacional de las Cataratas Victoria.

Nos hospedamos en The Elephant Camp, en mi opinión, el campamento de glamping más elegante en el que nos alojamos durante nuestra estancia en Zimbabwe. Entre las múltiples actividades que ofrecen, tienen una muy interesante y diferente a lo que normalmente puedes hacer en un lodge: pasear por la sabana en compañía de un guepardo.

La historia de este precioso felino me conmovió mucho, además de ser increíble, era digna de una película de Walt Disney. En abril del 2010 en el parque de Gonarezhou, sur de Zimbabwe, unos rangers encontraron un cachorro de guepardo abandonado por su madre al ser perseguida por el león que acababa de matar al resto de la camada. Sylvestre fue criado con otros gatos domésticos como si de uno de ellos se tratara, pero el problema era que no crecía al mismo ritmo y tamaño que sus nuevos hermanos. Una casa no era el mejor hogar para un guepardo pero al haber sido criado en cautividad, tampoco se le podía devolver a la vida salvaje.

En noviembre del 2010 Sylvester fue trasladado a su nueva casa, el Victoria Falls Wildlife Trust dentro del parque nacional, y cada mañana y tarde los huéspedes del campamentos pueden acompañarlo a pasear libremente por el parque.

Paseando con Guepardos

Después de oír su maravillosa historia, no podía esperar el momento de conocerlo y ver al superviviente de una experiencia que a la vez de traumática era hermosa por su final feliz. Esa misma tarde preguntamos si era posible pasear con él. Las horas pasaban muy lentas… no veía llegar las 4 de la tarde. Hasta que por fin lo vi entrar acompañado de sus cuidadores.

La majestuosidad que reflejaba al caminar no se puede describir con palabras, era la elegancia personificada. Las manchas cubrían todo su cuerpo en forma de rosetas negras y su caminar lento y pausado, nos daba la ocasión de poder admirar aún más su belleza. Se detuvo por un momento delante de nosotros pero su mirada de pestañas largas y lagrimal de trazos negros permanecía perdida en dirección al bosque más allá de la terraza. Mientras le acariciaba la espalda tal y como sus cuidadores me indicaron, Sylvester no perdía de vista ni un momento su terreno de recreo en el que muy pronto nos íbamos a aventurar.

Por un momento, lo perdimos de vista. A Sylvester le gusta pasear por la sabana a sus anchas e ir detrás de algún que otro impala. Aun conserva su instinto de perseguir a las presas pero no el de cazarlas, y los cuidadores le dejan libertad para que se mantenga en forma.

Caminando por el medio de la sabana, no paraba de mirar hacia atrás para ver si mi veloz compañero venía a guiarnos en nuestra aventura. Finalmente entre matorrales y arbustos, apareció su bella cabeza seguida de su cuerpo fuerte y estilizado. La emoción que sentía se desbordaba cada vez que miraba a Sylvester y lo veía a mi lado caminando con esa elegancia y sin inmutarse de nuestra presencia.

Nos guió hasta la garganta del río Zambeze, una dramático paisaje que pocos visitantes a la zona pueden disfrutar. Allí nos paramos todos mirando en la misma dirección, pues las vistas eran de ensueño y el desnivel de vértigo, pero no para Sylvester, que sentándose justo al límite del barranco, volvía a encantarse con la mirada puesta en el horizonte. Nos sentamos a su lado y mientras le acariciábamos su grueso pelaje, nos contagió la nostalgia con la que miraba a lo lejos. Era como si supiera que pertenecía a la vida salvaje que había más allá del río, como si por un momento recordara a su madre y hermanos a los que había perdido.

A la vuelta, no paraba de observarlo y mirar cada movimiento que realizaba. No quería perderme ni un segundo su presencia, sabía que aquel paseo lo iba a recordar toda mi vida. Era algo muy especial digno de guardar en la memoria, las fotos nunca podrían reflejar el momento que viví a su lado.

La despedida fue muy difícil, entre lametones, abrazos y risas, me hubiera gustado poder parar el tiempo y permanecer un rato más con él. Adoro a los animales y gracias a mi trabajo a menudo tengo la oportunidad de estar cerca de ellos, pero no tanto como el par de horas que pasé en la sabana junto a Sylvester, sintiendo lo más tierno de un felino considerado normalmente feroz.

Cuando se alejaba de nosotros me vino a la cabeza que quizás la felicidad que sentía no había sido sólo la experiencia de tenerlo cerca, sino que otra vez el mundo animal nos daba una lección. Sylvester había sabido sobrevivir una tragedia, adaptarse al cambio enorme de su nueva vida y a pesar de ello, día tras día, ser embajador de la vida salvaje en escuelas y eventos para concienciar a nuevas generaciones de la importancia de conservar la fauna y el medioambiente.

Si quieres saber más sobre Sylvester te invito a visitar su propia página en Facebook.